B.S.O.: Ain't no mountain high enough

No voy a escribir una oda a la amistad, aunque podría y estoy segura de que encontraría palabras de sobra para hacerlo. No voy a filosofar sobre qué es un amigo, ni dónde se encuentra, ni cuándo se llega a revelar como tal. No voy a cargar contra aquellas personas que en su día me fueron demostrando que no eran en realidad todo eso que tan fácilmente proclamaban a los cuatro vientos... los mismos vientos que se los llevaron en cuanto me despisté un sólo instante. No voy a compadecerme del sufrimiento que su marcha me provocó. Tampoco voy a hablar de los que se quedaron, demostrando que su enorme valía podía compensar con creces su pequeño número. Ni voy a referirme a ti, que estás ahí siempre, cada día, estés o no presente, siempre dispuesto a darte a mis necesidades, siempre preocupado por cuáles sean éstas, siempre comprensivo, siempre ayudando, siempre tan indulgente con mis errores.

No, nada de eso, sólo quiero decirte algo que quizá pueda sonar insignificante, pero que son en realidad cuatro palabras que contienen todo un mundo de significados y de recuerdos, toneladas de sentimientos que no sería capaz de expresar ni aún conociendo todas las palabras del mundo y de todos los tiempos. Una pequeña idea, pero inmensa a la vez, y que es, simplemente.... gracias por tu amistad.