Jero

No está la cosa como para tirar cohetes, es cierto, pero tampoco me puedo quejar. Sobre todo viendo otras plazas en las que he toreado. No nos vamos a hacer ahora los exigentes. Además, para exigir hay que tener algo que ofrecer, no nos olvidemos.

Es verdad que tiene las cejas muy juntas y un poco de mostacho estilo recadero. Además es demasiado bajita para esas curvas que la hacen parecer un botijo. Con lo que me fijo yo en las manos de las mujeres, las suyas son excesivamente pequeñas y romas, como si le hubieran recortado por la mitad cada uno de los dedos, y tiene las uñas mordidas de modo enfermizo. Su voz chillona se eleva por encima de todas las demás, y consigue ensordecerme más aún que la música atronadora que inunda el pub a estas horas. Y desde que me acerqué a ella, aún no ha parado de hablar.

Pero cuando mis cansados huesos descansen sobre esa carne mullida y suave, mientras, retomando el aliento, noto por primera vez hasta entonces el agradable olor a mandarina de su pelo; cuando encienda el cigarrillo que menos me importa compartir, mientras siento el regreso al reposo más satisfecho de cuantos conozco; cuando me quede escuchando el descendente ritmo de su agitado corazón bajo la amorosa almohada de sus pechos desnudos; entonces, sumido en esa paz, sintiéndome vaciado, satisfecho, colmado, protegido, ella será a mis ojos la más bella criatura que jamás pisó la tierra.

No está mal para una noche absurda de copas.

Comentarios

Freia ha dicho que…
Ni para una noche absurda de copas... ni para toda la vida ¿n'est pas?
Un besazo Leg
Rocío Rico ha dicho que…
Sí, eso creo yo también, Freia.
Un abrazo ;-)

Entradas populares