Sísifo

Con la mirada sombría y los brazos caídos, aún con la respiración agitada por el último esfuerzo, con el corazón golpeándole el pecho como un tambor de galeras y un grito desgarrado y profundo luchando por abrirse paso hacia el exterior, contempla desolado cómo la piedra se aleja de su vista, cada vez más pequeña, montaña abajo.

La historia le recordará como el hombre condenado a subir esa pesada carga montaña arriba eternamente y siempre con el mismo resultado, pero sólo él sabe que su verdadera maldición consiste en hacerlo siempre, cada vez, sintiendo en su corazón la esperanza de que aquella será la última y definitiva, creyendo de veras que esa vez lo va a conseguir.

Malditos dioses.

Comentarios

Freia ha dicho que…
¡Guauuu Leg! Soberbio y demoledor y, al tiempo, no deja de ser profundamente esperanzado aunque parezca lo contrario: que Sísifo no desespere es la mayor esperanza a pesar del continuo fracaso ¿no?
A mí me ha dado hoy ánimos te lo aseguro.
Un beso enorme y otro para el peque.
Gemma ha dicho que…
Amén.

Y un abrazo
Rocío Rico ha dicho que…
Qué bien Freia, me alegro de haberte animado.
Ya sabes lo de la botella... tú te quedas con la esperanza de Sísifo... y yo me quedo más bien con lo que le duele la desilusión...

Un abrazo para las dos.
(Ave María purísima, Mega)
Jean Louise ha dicho que…
Yo también me quedo con el dolor de la desilusión.

Me encanta como termina. Ese "¡Malditos dioses!" es un final perfecto.

Besos.

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