Luz

Desde pequeña siempre he tenido mucha capacidad de empatía. No es algo de lo que pueda enorgullecerme, puesto que no requería ningún esfuerzo por mi parte, me salía sólo, espontáneo, sin yo querer ni proponérmelo. Siempre me apiadaba de los que sufrían y me alegraba con los que eran felices, porque era capaz de captar cómo debían sentirse sus corazones, independientemente de sus ideas, de que yo creyese que tenían o no razón, de que sus actos fuesen declarados por la mayoría buenos o malos.
Creo que es esta cualidad innata en mí, junto con mi condición de mujer que suponía que algún día sería madre, la que hizo que me fijase especialmente desde muy temprano en el tema del aborto.
Un tema muy complicado en el que yo siempre me debatía entre un lado y el otro, comprendiendo a quienes defendían la libertad de una mujer a decidir, pero también a quienes se oponían frontalmente por entender que el derecho a nacer es, o debería ser, incluso primordial.
Nunca supe claramente a qué atenerme, siempre encontré puntos de innegable poder argumental en ambas visiones, y así iba y venía hacia un lado y hacia otro, como un cuerpo inerte flotando en el mar, movido por la marea, inquieta e incesante.

Con el paso de los años, mis propias experiencias, el nacimiento de mis hijos, el contacto con personas que sufrieron mucho por su paternidad, y otras muchas cosas que pude ir añadiendo a la carpeta que tenía siempre abierta en mi mente con la etiqueta "aborto", conseguí llegar a una postura clara, detenerme en un punto y esclarecer de una vez lo que acabé considerando como más justo, más correcto, mejor.

Una vez decidido, me pareció poco quedarme ahí. Pensé que tantos años de esfuerzo por comprender y de reflexión sobre el tema habrían de servir para algo, y decidí ponerme manos a la obra. Y, después de muchos años de debates con unos y con otros, después de muchos años de solo hablar y hablar, pasé a la acción.

Me moví, me informé, busqué. Encontré a otras personas que opinaban como yo. Las junté, las animé, y creamos una asociación con la idea y el objetivo de luchar por lograr aquello en lo que creíamos. Quería ayudar a las personas, quería construir un mundo mejor, quería ganar la batalla y conseguir que nuestra sociedad fuera más justa para todos, más correcta, mejor.
Me costó mucho esfuerzo personal y físico, muchas veces estuve a punto de desfallecer, encontré muchos obstáculos, muchos impedimentos, muchas críticas, incluso insultos llegué a recibir. Pero de todo ello conseguí reponerme sólo pensando en las razones que me movían, en la felicidad de lograr mis metas, en el orgullo de saber que estaba trabajando por mejorar el mundo, por evitar la desgracia y construir sonrisas, por poner mi granito de arena para conseguir la utopía de un mundo feliz y bueno.

Llegados a este punto, ahora que he cumplido los años suficientes para mirar hacia atrás y verlo todo en su conjunto, ahora que veo que he sido capaz de superar cosas como la indecisión primera de no definir mi postura, la comodidad de hablar desde el sillón, el cansancio de luchar y luchar, la tristeza de sentirme rechazada e insultada por quienes piensan diferente a mí... ahora, como digo, puedo afirmar que lo que más me sorprende, algo que nunca podré entender, es que, si te gusta lo que te he contado, si admiras mi valor y mi actitud, si piensas como yo que lo verdaderamente bueno es luchar por lograr un mundo mejor, aún necesites saber, para opinar sobre mí, cuál es la postura que defiendo.

Comentarios

Maripuchi ha dicho que…
Yo también comprendo las dos posturas ante el aborto, pero en mí, pesan más esas otras razones por la vida que ya es que por la que quizá, a lo mejor, puede que sea...

En cualquier caso, un pre-embrión NO ES UNA VIDA HUMANA.

Besitos
Rocío Rico ha dicho que…
Entiendo tus razones, en ningún momento las discutí.

Pero hacía tiempo que no veía una reacción tan intolerante, Maripuchi, y me entristece que hayas sido tú.

Yo te deseo, aparte de mucha salud, que nunca nadie te desee una enfermedad, ni a tus hijos, por el hecho de pensar de un modo diferente.
Maripuchi ha dicho que…
Con esa manera de pensar, ya le están deseando lo peor a mi hijo... le están negando su posible curación.
garib ha dicho que…
maripuchi, como amigo, te digo que te equivocas. No le desean nada a tu hijo, porque no piensan en esos términos, tienen unas creencias y ya está. Puedes negarte a compartir tertulia o a que pisen tu casa, como cuestión de principios e incluso argumentar con contundencia en contra. Yo mismo he dejado de entrar a comentar en bastantes blogs amigos porque admiten a gente a la que no respeto como personas. Pero de ahí a desearle a alguien que sus hijos enfermen, va mucho trecho. Si lo haces, ya pierdes toda tu credibilidad y te conviertes en lo mismo que criticamos, aunque yo esté convencido de que tú, precisamente como madre, por muchos prontos que tengas, no le deseas en realidad eso a nadie.

Y es muy fácil en la blogosfera dejarse llevar y pensar que eso es un desahogo, especialmente porque inmediatamente tendrás una docena de personas jaleándote. Pero para tener autoridad moral y defender con contundencia algunas cosas hay que dar ejemplo cada día.

Mira maripuchi, te voy a contar un secretillo que le comenté el otro día a scout, ahora que estamos en este rinconcito donde nos leerán sólo tres o cuatro. Ya he dicho muchas veces que me pasé mucho tiempo sin comentar en la blogosfera aunque escribiera porque no me convencía el medio. He conocido alguna gente que me habéis hecho cambiar de opinión, pero últimamente estoy empezando a hartarme de que todo el mundo busque una batalla y afile cuchillos cada día aunque no haga falta, de que siempre haya que buscar enemigos, no simplemente rivales, de que no sea posible preocuparnos por temas del día a día (eso es lo que me gusta de tu blog), de que no haya casi discusiones razonadas, sólo viscerales, de que haya comportamientos rastreros y cobardes de algunos blogueros (los que tú ya sabes), de las campañas de papel mojado, de creernos mucho más de lo poco que somos. Pues todo eso me ha llevado a plantearme seriamente chapar mi blog porque cada día me identifico menos con esa dinámica. Una idea que últimamente me viene cada cierto tiempo.

El post es muy bueno, leg, evidentemente vale más allá del tema del aborto. Ya lo discutimos un día, lo importante es la honestidad intelectual, reconocer los propios sesgos de uno y el respeto. A partir de ahí, cada uno que piense lo que quiera.

Un abrazo a las dos.
Rocío Rico ha dicho que…
Garib se ha explicado muy bien.

A mí no me gusta sentir que sermoneo, sobre todo porque entiendo que no tengo ningún derecho moral para hacerlo.
Por eso no quiero decir nada más.

Piénsalo. Sólo eso.

Y no me gusta que haya mal rollo entre nosotras, así que perdona que me haya metido donde no me llaman.

Un beso.

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