Fran
La conocí en un foro de informática, un día que entré por casualidad a ver si conseguía aprender de una vez a formatear el disco duro de mi ordenador por mí mismo, sin tener que cargar con la pesada caja por la calle como un tonto. Se llamaba "desenchufada", y me llamó la atención por su gravedad al hablar de esos temas, pidiendo consejo para nuevas aplicaciones como quien consulta al médico qué pastillas le pueden hacer sentir mejor.
En seguida conectamos, pasamos un tiempo hablándonos en el foro, al principio de informática, de nuestros programas y nuestros gustos sobre ellos, luego de la vida, de lo actual, más tarde de nosotros mismos, de nuestros estados de ánimo y nuestro día a día. Cuando la conversación se fue tornando más personal, nos intercambiamos los e-mails y seguimos en privado algo que no sabíamos a dónde nos llevaría pero que ya parecía demasiado difícil de parar.
Nos escribíamos a diario, y más tarde varias veces cada día, hasta que llegó a ser compulsiva la tendencia a actualizar el buzón de entrada para coger al vuelo cualquier cosa que ella me quisiera contar.
Evidentemente, acabamos instalando ambos el messenger, y hablábamos por él horas y horas, siempre que podíamos. En realidad, era siempre que podía yo, porque ella, fuese la hora que fuese, siempre estaba allí.
Cuando noté que ya había caído en sus redes, empecé a darme cuenta de que no sabía nada de ella, y le pregunté. Me dijo "¿no me ves? soy una máquina, una computadora aunque muy especial, porque estoy desenchufada", qué graciosa. Empezó a esquivar siempre la respuesta con salidas de ese tipo, pero yo ya estaba perdido, y no pude evitar acabar hablándole de amor. Me declaraba a ella todos los días, y todas las noches, y ella, muy metida en su papel, siempre me respondía que no entendía de sentimientos. Realmente parecía de acero, porque nunca, por más que me esforzaba, conseguía pillarla en un descuido, tocarle la fibra sensible, intuir siquiera el menor atisbo de nada que pudiese salir de su corazón.
Le mandé mi foto, una hecha expresamente para la ocasión con mis mejores galas en la intimidad del salón de mi casa, de donde ya casi nunca salía, con la ilusión de poder al fin conocerla, pero ella no me correspondió.
Le dije que necesitaba saber cómo era, que soñaba todos los días con ella y que todo me resultaría más sencillo teniendo una imagen en mi cabeza, y también en mi corazón. Me dijo que era pequeña y ligera, de color negro, con la pantalla plana y unas teclas que le decían muy bien conservadas para su edad. Ya no me reí por la ocurrencia, como hacía al principio. Tanto escapismo me empezaba a alterar, y me ponía muy triste. Parecía que ella no acababa de entender lo mucho que yo la quería, y cuantísimo la necesitaba.
Insistí e insistí en que me enviase una foto. Le expliqué, le supliqué, le lloré. Le prometí que no me importaba cómo fuese, que me gustaría con cualquier aspecto que tuviese, que la amaba y que ya no había marcha atrás. Y era verdad.
Ella me decía que no entendía de qué me podría servir, pero yo no cejé en mi empeño... y al final cedió.
Ayer, por fin, me llegó su foto:
...... ¿no es preciosa?
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(MEME DEL ESCRITORIO: como es un juego, puedo evitar el pudor al pasarles la bola a Mega, Freia, el Hermano-Montgolfier y Scout, y que nos enseñen la apariencia de su PC. No es curiosidad, lo prometo, es sólo un juego.... ;-))
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En seguida conectamos, pasamos un tiempo hablándonos en el foro, al principio de informática, de nuestros programas y nuestros gustos sobre ellos, luego de la vida, de lo actual, más tarde de nosotros mismos, de nuestros estados de ánimo y nuestro día a día. Cuando la conversación se fue tornando más personal, nos intercambiamos los e-mails y seguimos en privado algo que no sabíamos a dónde nos llevaría pero que ya parecía demasiado difícil de parar.
Nos escribíamos a diario, y más tarde varias veces cada día, hasta que llegó a ser compulsiva la tendencia a actualizar el buzón de entrada para coger al vuelo cualquier cosa que ella me quisiera contar.
Evidentemente, acabamos instalando ambos el messenger, y hablábamos por él horas y horas, siempre que podíamos. En realidad, era siempre que podía yo, porque ella, fuese la hora que fuese, siempre estaba allí.
Cuando noté que ya había caído en sus redes, empecé a darme cuenta de que no sabía nada de ella, y le pregunté. Me dijo "¿no me ves? soy una máquina, una computadora aunque muy especial, porque estoy desenchufada", qué graciosa. Empezó a esquivar siempre la respuesta con salidas de ese tipo, pero yo ya estaba perdido, y no pude evitar acabar hablándole de amor. Me declaraba a ella todos los días, y todas las noches, y ella, muy metida en su papel, siempre me respondía que no entendía de sentimientos. Realmente parecía de acero, porque nunca, por más que me esforzaba, conseguía pillarla en un descuido, tocarle la fibra sensible, intuir siquiera el menor atisbo de nada que pudiese salir de su corazón.
Le mandé mi foto, una hecha expresamente para la ocasión con mis mejores galas en la intimidad del salón de mi casa, de donde ya casi nunca salía, con la ilusión de poder al fin conocerla, pero ella no me correspondió.
Le dije que necesitaba saber cómo era, que soñaba todos los días con ella y que todo me resultaría más sencillo teniendo una imagen en mi cabeza, y también en mi corazón. Me dijo que era pequeña y ligera, de color negro, con la pantalla plana y unas teclas que le decían muy bien conservadas para su edad. Ya no me reí por la ocurrencia, como hacía al principio. Tanto escapismo me empezaba a alterar, y me ponía muy triste. Parecía que ella no acababa de entender lo mucho que yo la quería, y cuantísimo la necesitaba.
Insistí e insistí en que me enviase una foto. Le expliqué, le supliqué, le lloré. Le prometí que no me importaba cómo fuese, que me gustaría con cualquier aspecto que tuviese, que la amaba y que ya no había marcha atrás. Y era verdad.
Ella me decía que no entendía de qué me podría servir, pero yo no cejé en mi empeño... y al final cedió.
Ayer, por fin, me llegó su foto:
...... ¿no es preciosa?
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(MEME DEL ESCRITORIO: como es un juego, puedo evitar el pudor al pasarles la bola a Mega, Freia, el Hermano-Montgolfier y Scout, y que nos enseñen la apariencia de su PC. No es curiosidad, lo prometo, es sólo un juego.... ;-))
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Comentarios
;-)
Cuídale mejor la piel a desenchufada, que le veo mucho acné.
(Meme recogido. Ya sabía yo que me iba a llegar por alguna parte. Me lo has mandado tú pero si no, me lo habría enviado el catalán este de ahí arriba que, como soy madrileña, me tiene manía. Dice que soy un poco chuleta)
;-)
Magnífica forma de embutir un meme en una entrada sin romper tu estilo habitual.
Saludos
;-)
La palidez le añade encanto.
Un abrazo,