Mi risa

Recuerdo que guardabas toda tu alegría en las yemas de los dedos, y que luego la esparcías sin descanso a un palmo de mi ombligo con la pericia de un pianista experimentado, y que no parabas hasta que salía, irrefrenable, por mi boca, y que entonces yo veía tus labios entreabiertos haciendo el más feliz de los playbacks con mi risa.

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