Jose
Suenan tres pitidos anunciando el descanso y los espectadores abandonan sus asientos repartiéndose por los diferentes pasillos del estadio.
Andrés y Juan permanecen sentados en su sitio, como cada domingo, para seguir su propia rutina futbolera compartiendo un cigarrillo a medias mientras comentan los avatares de la noche anterior.
- Ayer ví a Jose.
- ¡No me digas! ... ¿y qué es de su vida? Hace siglos que no se deja ver.
- Pues que está muy depre, que no le encuentra sentido a la vida, que no sabe para qué narices estamos aquí... ese rollo...
- Buah, ya le conoces, nunca fue precisamente la alegría de la huerta, y ahora que le da por pasarse el día fumando porros... pa qué quieres más...
Delante de ellos, una madre enseña orgullosa las monerías que ha enseñado hacer a su hija, una niña preciosa de ojos enormes y mejillas regordetas y coloradas.
- Dile a este señor cuantos añitos tienes, cariño - y la niña levanta obedientemente su dedo índice delante de la sonrisa admirada del señor.
Andrés le da otra calada al cigarro, y se queda pensativo mirando el tabaco arder.
- Lo que no sé es porqué se tiene que deprimir tanto pensando en esas cosas... al fin y al cabo.... ¡¡eh!! ¡cuidado! - y se avalanza repentinamente sobre la niña de delante quitándole algo de los labios con un rapidísimo gesto.
La madre se vuelve, asustada, aún sin comprender lo que acaba de pasar. Mira a su niña, que ahora llora disgustada, y a Andrés, que le tiende el objeto que le ha arrebatado tan violentamente. Es una pelotita de goma que la niña había estado a punto de meterse en la boca.
- Dios, no se me atragantó de milagro - le dice la madre - Muchísssssimas gracias, no sé en qué estaba pensando.
Andrés se vuelve a reclinar en su asiento, da otra calada al cigarro y se lo pasa a su amigo, que hace un gesto indicando sin palabras lo irresponsables que le parecen a veces algunos padres con sus hijos.
- ¿Qué te decía? ... Ah, sí, que no acabo de entender a Jose. Al fin y al cabo no es el único que no sabe para qué está en esta vida. Yo mismo lo pienso muchas veces. Si pudiera saber, aunque fuera por un instante, qué narices puedo hacer yo en este mundo que merezca la pena.....
Andrés y Juan permanecen sentados en su sitio, como cada domingo, para seguir su propia rutina futbolera compartiendo un cigarrillo a medias mientras comentan los avatares de la noche anterior.
- Ayer ví a Jose.
- ¡No me digas! ... ¿y qué es de su vida? Hace siglos que no se deja ver.
- Pues que está muy depre, que no le encuentra sentido a la vida, que no sabe para qué narices estamos aquí... ese rollo...
- Buah, ya le conoces, nunca fue precisamente la alegría de la huerta, y ahora que le da por pasarse el día fumando porros... pa qué quieres más...
Delante de ellos, una madre enseña orgullosa las monerías que ha enseñado hacer a su hija, una niña preciosa de ojos enormes y mejillas regordetas y coloradas.
- Dile a este señor cuantos añitos tienes, cariño - y la niña levanta obedientemente su dedo índice delante de la sonrisa admirada del señor.
Andrés le da otra calada al cigarro, y se queda pensativo mirando el tabaco arder.
- Lo que no sé es porqué se tiene que deprimir tanto pensando en esas cosas... al fin y al cabo.... ¡¡eh!! ¡cuidado! - y se avalanza repentinamente sobre la niña de delante quitándole algo de los labios con un rapidísimo gesto.
La madre se vuelve, asustada, aún sin comprender lo que acaba de pasar. Mira a su niña, que ahora llora disgustada, y a Andrés, que le tiende el objeto que le ha arrebatado tan violentamente. Es una pelotita de goma que la niña había estado a punto de meterse en la boca.
- Dios, no se me atragantó de milagro - le dice la madre - Muchísssssimas gracias, no sé en qué estaba pensando.
Andrés se vuelve a reclinar en su asiento, da otra calada al cigarro y se lo pasa a su amigo, que hace un gesto indicando sin palabras lo irresponsables que le parecen a veces algunos padres con sus hijos.
- ¿Qué te decía? ... Ah, sí, que no acabo de entender a Jose. Al fin y al cabo no es el único que no sabe para qué está en esta vida. Yo mismo lo pienso muchas veces. Si pudiera saber, aunque fuera por un instante, qué narices puedo hacer yo en este mundo que merezca la pena.....
Comentarios
Espero que no te agobie saber que tienes otra lectora.
Un saludo.
Me alegro de que te guste. Me costó lo mío, no te creas, que nunca antes me había peleado con el idioma ese extraño (HTML, o algo así).
Eres la primera que escribe aquí
;-)
Yo solo le he dado retoques, y aún no está perfecta desde mi punto de vista. Por ejemplo, no me gusta como quedan los comentarios en la página del post, demasiado juntos unos a otros, es un poco lioso de leer.
Pero bueno, gracias.
Si alguna vez quieres (y puedo) te echo una mano hasta donde llegue mi genialidad ;-)