More than words

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Lo mejor de un lunes cualquiera no fue tu recibimiento, ni el café sobre la mesa de la cocina, ni la música de fondo, ni verte feliz, tranquilo, libre..., ni siquiera entender que estuviste el domingo pensando en mí.

Lo mejor de un lunes tampoco fueron los abrazos, ni los besos dulces, ni los más encendidos. No fue notar que temblabas al tocarme, que te levantabas con solo mirarme, escuchar el sonido de tu corazón bajo el algodón de la sudadera.

No fueron lo mejor tus ojos sosteniéndome la mirada, tus labios susurrando una canción, tus manos jugando con las mías, todo tu cuerpo cediendo por fin al impulso de actuar.

Lo mejor no fue que construyeses paréntesis mágicos a nuestro alrededor, o sonrisas verdaderas en mi cara. Ni asomarme al precipicio y sentir las ganas de saltar. Ni que me pidieses que saltase. Ni poder decirte que no.

En realidad, lo mejor de un lunes cualquiera fue no cerrar los ojos cuando me besabas, y guardar para mí el recuerdo de tu sonrisa a tan sólo dos centímetros de la mía, mientras nos separábamos sólo un segundo, justo antes de volver a empezar.

Eso sí fue lo mejor.
Un lunes cualquiera.

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