Susana

Llegaba a casa justo cuando en el reloj del salón sonaban las 6, y pensó con una sonrisa extraña que era demasiado pronto para lo que había imaginado cuando salió aquella noche sabiendo que sus padres no estarían en casa al regresar. Pero no se arrepentía, la noche había sido genial.
Con pasos inseguros avanzó por el pasillo, buscando en la casa alguna señal que le indicase que había alguien despierto con quien poder hablar. Estaba demasiado emocionada para dormirse ahora, y la cabeza aún le daba vueltas desde aquella última copa que había dejado a medias sobre la barra del bar, cuando él la sorprendió con su primer beso.
Intentaba no tropezar con las paredes alargando sus brazos a ambos lados, y por fin vio una tenue luz en la habitación del fondo. Estupendo. Empujó la puerta suavemente tras llamar dos veces con los nudillos, y sonrió apoyada en el marco de madera, con los ojos entornados para enfocar mejor. Allí estaba aquel amigo, huésped por una noche, como una tabla de salvación en aquel momento de feliz deriva. Fumaba, como siempre, y la recibió con franca alegría, con una sonrisa luminosa, también como cada vez.
Ella se sentó al borde de la cama, y sacó también un cigarrillo de su bolso mientras le contaba emocionada cómo había transcurrido la noche desde que se había despedido de él unas horas antes.
Él sólo la miraba hablar a la luz anaranjada del pequeño flexo y con ese efecto fantasmal del resplandor del cigarro sobre su cara en cada calada.
Seguía sonriendo cuando ella por fin calló, y después de una pequeña pausa en la que parecía estar midiendo la importancia de aquel momento sólo le dijo:
-¿Tan especial es?
Ella no dudó un instante.
-Si la mitad de lo que me ha mostrado esta noche es cierto, me caso con él.

De eso hace hoy doce años. Siete, desde que ella cumplió su palabra.

Comentarios

Freia ha dicho que…
Caray Leg, me voy 10 días y es que no has parados, jajajaja.
Me ha encantado tu historia. No sabes lo necesrias que a veces me son historias como éstas.
Un beso

Entradas populares