B.S.O.: Cuatro Rosas



A veces aún me sorprendo de cómo un sentido llama a otro. Todavía, tantos, tantísimos años después, oigo esta canción y me transporta al verano de mis quince años.
Mientras la escucho algún milagro debe suceder, porque puedo sentir el sabor a chicle de fresa ácida, a flash de limón, a aquel cóctel extraño que hacíamos para reírnos sin saber de qué en torno a una hoguera; puedo oler el campo recién humedecido por la lluvia de una repentina tormenta de verano, el cloro de la piscina abarrotada, el alquitrán de la carretera derritiéndose bajo nuestros pies a mediodía; puedo sentir el viento de la tarde sobre mi piel recién duchada, la tirantez de mi cara en los ratos tumbada al sol, la piel de gallina por notar una mano en la cintura cuando menos lo esperaba.

La música es magia.

Comentarios

Freia ha dicho que…
Tienes razón. Poquísimas cosas hay que tengan un poder evocador tan fuerte como la música y los olores.
Todavía puedo acordarme de todos y cada uno de los detalles de una mañana de abril en el Retiro, un día de novillos, cuando escucho Las cuatro y diez de Aute. Aún se me pone la carne de gallina.
Un abrazo
Gemma ha dicho que…
Tú tenías 15 años y yo tal vez un par más, pero el caso es que también me la sé de memoria y sí, el cloro y el sol, y con ellos los primeros besos (robados, por supuesto) y la felicidad estallando a todas horas como si se tratara de un melón y el verano inacabable, me recuerdan... que me he hecho mayor. ;-P

Besos
NáN ha dicho que…
Siento ser el oído discordante, pero recuerdo con precisión que la última vez que me sucedió eso, una canción abriendo un bloque de memoria vivo, fue con una canción de Los Brincos que me llevó a los 17 años. Mi hijo iba por el pasillo con un triciclo antiguo, un casco y unas gafas de aviador, así que de eso debe hacer 28 ó 29 años.

La música me puede traer recuerdos y sensaciones. Pero todo sucede en la actualidad. Y ahora, gracias a Freia, oigo más.

La verdad es que me dais envidia.

Son las palabras lo que me provoca (sin darme cuenta, había dejado de teclear y estaba tirando para atrás).

Seguimos teniendo dentro el cuerpo eléctrico que tuvimos.

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