Sssshhhhhh
Fuera de la estación aún llovía, y las puertas en constante trajín
dejaban pasar un frío que no correspondía a la ya muy entrada primavera.
Sentados en los incómodos asientos de plástico, con las miradas fijas
en los móviles, en silencio, buscando entretenimiento a esas largas dos
horas que quedaban para su autobús, estaban ella y él. Las cabezas
agachadas sólo se movían levemente cuando, a cada rato, se buscaban el
uno al otro para dedicarse una sonrisa cómplice, como si comprobasen
así que todo seguía en su lugar. Después, cada uno volvía otra vez a lo
suyo, y así podían estar durante horas, juntos pero ajenos, callados
pero en constante comunicación, tan lejos y a la vez tan cerca.
Tanto tiempo buscando el amor, la pasión, los títulos, los
tequieros..., y al final la perfección estaba simple y hermosamente
resumida en aquel silencio. Y, la verdad, para qué querían nada más.
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