Sísifo
Con la mirada sombría y los brazos caídos, aún con la respiración agitada por el último esfuerzo, con el corazón golpeándole el pecho como un tambor de galeras y un grito desgarrado y profundo luchando por abrirse paso hacia el exterior, contempla desolado cómo la piedra se aleja de su vista, cada vez más pequeña, montaña abajo.
La historia le recordará como el hombre condenado a subir esa pesada carga montaña arriba eternamente y siempre con el mismo resultado, pero sólo él sabe que su verdadera maldición consiste en hacerlo siempre, cada vez, sintiendo en su corazón la esperanza de que aquella será la última y definitiva, creyendo de veras que esa vez lo va a conseguir.
Malditos dioses.
La historia le recordará como el hombre condenado a subir esa pesada carga montaña arriba eternamente y siempre con el mismo resultado, pero sólo él sabe que su verdadera maldición consiste en hacerlo siempre, cada vez, sintiendo en su corazón la esperanza de que aquella será la última y definitiva, creyendo de veras que esa vez lo va a conseguir.
Malditos dioses.
Comentarios
A mí me ha dado hoy ánimos te lo aseguro.
Un beso enorme y otro para el peque.
Y un abrazo
Ya sabes lo de la botella... tú te quedas con la esperanza de Sísifo... y yo me quedo más bien con lo que le duele la desilusión...
Un abrazo para las dos.
(Ave María purísima, Mega)
Me encanta como termina. Ese "¡Malditos dioses!" es un final perfecto.
Besos.